La ciudad ideal de Platón, plasmada en su obra: La República, estaba basada en tres principios: virtud, justicia y sabiduría, así como en un movimiento de solidaridad constante. Harry, es decir, Jesús Llanes Esquivel, retrata a su natal Monterrey, su ciudad ideal, la que no puede prescindir de ciertos elementos, para ser asertivos, de los individuos que la componen. No se puede negar que el autor es hábil para manejar la contradicción. Es compadre de la ironía, esa figura retórica que crea un contraste en lo que se espera y lo que realmente sucede. En cada cuento realiza un acertado manejo de situaciones y personajes bien construidos, reflejando con fidelidad eso que en la vida hacemos como que no sucediera, como cuando el ser humano hace reír a Dios haciendo lo contrario a lo que de él se espera. Es un humorista que escribe entre lágrimas y risas sin perder el hilo de la seriedad del tema, el desarrollo, y mide bien la profundidad. Esta es una muestra del poder que posee un autor para hacer pasar al lector de la risa o carcajada a una lágrima. Nos desprende una sonrisa en la escena de un crimen, o una carcajada en una muerte. Con el mismo genio sabe cómo conmover al público. Interesantes cuentos que despliegan atmosferas enrarecidas por actos inhumanos, por el apasionamiento malsano que genera el fútbol, la ignorancia, pobreza, soledad devoradora y la violencia contra la mujer. No tiene piedad de sí mismo al escribir, menos la tiene al señalar no a sus personajes, sino a los encarnados en la vida real, esos transparentes que no les preocupa exhibir no lo mejor de la condición humana. Es un libro con estrella, para el análisis. En su año se impuso a otras cuarenta obras en un concurso a dictamen convocado por CONARTE. Leer a Jesús Llanes o Harry, evita que jalemos el gatillo. Convoca a la reflexión. Sin ser un propósito ha cambiado y seguirá cambiando para bien la mirada de quienes lo han leído. Sin tanto cuento pasemos a leerlo que haciendo trizas la concepción de Platón, este libro es transformador.